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Lleva toda la vida vendiendo trapos. Empezó haciendo muchos kilómetros, con viajes de ida y vuelta de Zaragoza a Mataró, donde cargaba el maletero de chándales y camisetas que luego vendía en la capital de la Pilarica.

Eran los años 80 y un joven emprendedor natural de Tudela (Navarra), pero mañico de adopción, hacía sus primeros pinitos en el mundo de la moda. En lugar de estudiar Medicina y heredar la vocación paterna,Julián Imaz saltó al negocio textil sin más conocimientos del sector que su olfato para detectar las tendencias juveniles de la época, un don que todavía mantiene activo.

Después de trabajar en todos los eslabones de la cadena textil, generalmente como fabricante para terceros, este empresario maño afincado en Barcelona ha completado otro hito en su particular historia de éxito. Desde esta semana, Imaz es socio de El Corte Inglés para abrircorners en cinco de sus centros comerciales del revolucionario formato de moda low cost femenina que factura bajo las marcas Shana y Friday’s Project, todo un fenómeno que en menos de dos años ha conseguido hacerse un hueco en el competido mundo retail aprovechando la relación calidad/precio como gancho para ganarse al cliente.

Antes de firmar con el gigante de la distribución española y de convertir en internacional su proyecto, Imaz comenzó en la fábrica, donde consiguió prosperar como ejecutivo hasta hacerse con las riendas de Comdipunt, una empresa textil del Bajo Maresme que llegó a convertir en proveedora de Inditex. La relación con el gigante de Amancio Ortega, que entonces empezaba a tomar forma, no pudo ser más rentable para el emprendedor maño: la cadena gallega invirtió como accionista del fabricante, reclutó a Imaz como ejecutivo para desarrollar Bershka y finalmente le vendió Comdipunt.

Gracias a esa relación, Imaz pudo vivir desde dentro el proceso de creación del modelo Inditex. Eran los años 90.

Poco antes de la salida a bolsa, el creador de Friday’s Project y Shana afrontó el reto de ser empresario por cuenta propia haciéndose con el control de Comdipunt, aventura para la que contó con el paraguas del imperio de Amancio Ortega, al que ha estado unido como proveedor hasta finales de 2010.

Durante ese tiempo, a medida que el modelo Inditex consolidaba su hegemonía mundial en el sector retail, el nuevo rey del low cost pergeñaba cómo replicar el modelo de éxito de la gallega.

A partir de 2006, todavía en la parte alta del ciclo económico, pero a medida que el nivel de facturación a Inditex -para la que fabricó más de 40.000 millones de prendas al año- se iba reduciendo por la irrupción de otros proveedores internacionales, Imaz dio el salto con su propio modelo comercial. En torno a Friday’s Project, diseñó un punto de venta en el que combinaba los modelos económicos de su marca con referencias de terceros más caras, un híbrido respecto al formato que desarrolló para Amancio Ortega, de quien ha dicho que “además de un visionario es un gran estratega”.

El nuevo sastrecillo valiente

El éxito de las prendas económicas de Friday’s Project abrió los ojos a Imaz. El camino a seguir estaba claro, así que fue cuestión de tiempo, hasta resolver su relación como proveedor de Lefties, la marca barata de Inditex, para lanzar Shana, la enseña de moda femenina de bajo coste que ha terminado consolidándose en el mercado. En este caso, sin embargo, al contrario que el propietario de Zara, la empresa catalana sólo controla el diseño y el proceso de fabricación con sus interproveedores exclusivos, mientras que la logística y la comercialización, incluso para la parte internacional, las subcontrata a terceros y a franquiciados.
A punto de cumplir los 50, el todavía inquieto Imaz ha decidido aprovechar la actual coyuntura del mercado para crecer, una oportunidad que ha demostrado posible la irlandesa Primark. Y socios para esta aventura no le faltan.

Hace poco más de un año, el dueño de Comdipunt estuvo a punto de dar entrada en el accionariado al matrimonio Manel Torreblanca y Liliana Godia, dos apellidos ilustres de la burguesía catalana, que optaron a un 30% del capital. Las buenas expectativas del negocio, con una facturación de casi 100 millones de euros prevista para este 2012 y casi nula deuda, son ya un cebo para los inversores.

Estos recursos estaban previsto por Imaz para financiar el crecimiento internacional de Shana, que ya vende sus productos en lugares como China, Qatar y México, entre otros países, donde siempre va de la mano de un socio local.

Al final uno ellos, el mexicano Federico Fernández, responsable del negocio de la firma española de servicios Eulen en ese país, se ha convertido en partner del último proyecto: abrir tiendas propias de gran tamaño (hasta 700 metros cuadrados) ubicadas en centros comerciales, como la recién estrenada en La Maquinista de Barcelona o en Puerto Venecia de Zaragoza.

El low cost español tiene acento maño.